martes, 6 de agosto de 2013

América Latina 1era mitad S XX

AMERICA LATINA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX




LA SITUACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL HASTA 1930: LA ECONOMÍA AGROEXPORTADORA

En la primera mitad del siglo XX la economía de los países de América latina fue pasando de la agroexportación a la industrialización sustitutiva de importaciones.

La economía agroexportadora (también conocida como modelo de crecimiento hacia fuera se aplicó en América Latina desde su independencia en la primera mitad del siglo XIX hasta los años 30 del siglo XX.

En este período los países de América Latina exportaban materias primas, como productos agropecuarios y minerales, hacia los países industrializados de Europa, especialmente Inglaterra, y hacia EEUU. A su vez importaban los productos industrializados desde aquellos países y también recibían desde ellos las inversiones de dinero necesarias para aumentar la producción o mejorar los transportes y comunicaciones.

El desarrollo económico de los países latinoamericanos se debió al interés de los países industrializados que actuaban según sus necesidades: necesitaban las materias primas para sus industrias y mercados donde vender los excedentes de la producción de sus fábricas. Los intentos de modernización en América Latina también se hicieron por interés de las potencias extranjeras, por ejemplo la instalación de ferrocarriles, que se hizo para poder llevar más rápido y en mayor cantidad las materias primas desde el interior de los países hasta los puertos donde se exportaban.

Los países de América Latina se especializaron en la producción de uno o pocos productos por cada país; esto se conoce como monoproducción. En el caso de ser productos agrícolas se le llama monocultivo.

El historiador brasileño Celso Furtado clasifica a los países monoproductores de América Latina en tres tipos:

Exportadores de productos agrícolas de clima templado (Argentina y Uruguay) Tenían grandes extensiones de tierra dedicadas a la producción agrícola y ganadera. Exportaban cueros, lanas, carne y trigo.

Exportadores de productos agrícolas de clima tropical (la mayoría de los países latinoamericanos, como Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, los países de América Central y el Caribe y en parte México) Por estar ubicados en zona tropical su clima los hacía aptos para determinados cultivos (café, cacao, caña de azúcar, tabaco, bananas, etc) cuya producción se vendía a Europa y EEUU. Como las potencias europeas también obtenían estos productos de sus colonias en Africa, los precios de venta eran generalmente bajos y la abundante población campesina que trabajaba en las plantaciones vivía en la miseria

Exportadores de minerales (grupo formado por Chile, Perú, Bolivia, México y luego se sumó Venezuela al comenzar a explotar el petróleo) En estos países fueron necesarias importantes inversiones de dinero de los países industrializados para poder explotar los minerales y hubo una importante concentración de mano de obra en las zonas donde se ubicaban los yacimientos.



La monoproducción tenía consecuencias negativas para los países latinoamericanos: al depender sus exportaciones de uno o escasos productos, el ingreso de dinero por las ventas al exterior se podía ver afectado, ya que los países compradores podían ser pocos y si alguno dejaba de comprar disminuían las ventas. Si el precio de ese producto bajaban también descendía el dinero que ingresaba al país.

En el caso del monocultivo las consecuencias negativas eran aún mayores: al cultivar el mismo producto en el mismo suelo, este se iba debilitando y la producción disminuía. También sucedía que casi todas las tierras o las mejores se dedicaban para plantar el cultivo que se exportaba y se descuidaban los cultivos para alimentar a la población local, provocando el hambre.

Los más beneficiados con la economía agroexportadora eran las oligarquías, los dueños del poder económico y político. Se trataba de un grupo cerrado de familias que ocupaban los cargos de gobierno, eran propietarios de las tierras y eran los exportadores de lo que sus tierras producían. Desde el gobierno impusieron el liberalismo económico, permitiendo el libre comercio con el exterior que tenía como consecuencia la libre importación de productos manufacturados. La oligarquía mantenía muy buenas relaciones con las potencias industriales porque sus intereses eran comunes y se beneficiaban mutuamente: las potencias obtenían las materias primas que necesitaban y las oligarquías les vendían esas materias primas. La modernización que se hizo en las últimas décadas del siglo XIX estrechó los vínculos: las potencias invertían dinero en mejoras que permitían explotar mejor las materias primas y por lo tanto beneficiar a las oligarquías.

Políticamente las oligarquías latinoamericanas impusieron democracias muy limitadas, con un derecho al voto muy restringido, excluyendo a la mayoría de la población. De esa manera se aseguraban mantenerse en el gobierno y a través de las leyes defender sus intereses económicos. Tenían una visión negativa de las clases populares, especialmente de los campesinos, a quienes consideraban ignorantes e incapaces de gobernarse por si mismos.



LA SITUACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL ENTRE 1930 Y LOS AÑOS 60: LA IDUSTRIALIZACIÓN

Como consecuencia de la crisis económica iniciada en EEUU en 1929, los países de América Latina exportaron menos cantidad y a menor precio, ya que sus habituales compradores, Europa y EEUU, limitaron las importaciones.

El descenso de los ingresos de dinero a los países latinoamericanos hizo que el pago de las deudas externas fuese más difícil. Una de las medidas tomadas para enfrentar los pagos de la deuda fue la reducción de las importaciones. Los gobiernos de la región impusieron tasas arancelarias altas para mejorar los ingresos estatales. Esto limitaba las importaciones. A esta medida se sumó una devaluación de las monedas, lo que encarecía los productos importados.

Por todas estas razones, las burguesías latinoamericanas encontraron la ocasión favorable para invertir capitales en la producción de bienes manufacturados, es decir, crearon nuevas industrias y por lo tanto aumentó el número de empleos. Este impulso se acentuó sobre todo en países como México, Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Perú. Hubo entonces un crecimiento del sector industrial orientado a satisfacer la demanda interna de productos industrializados que antes se importaban. A este proceso se le conoce como industrialización por sustitución de importaciones (modelo ISI o crecimiento hacia adentro).

Por la crisis y los cambios económicos que la siguieron, las sociedades latinoamericanas sufrieron grandes cambios. Al tiempo que se detenía casi por completo la llegada de inmigrantes desde Europa, los problemas económicos obligaron a emigrar hacia la ciudad a importantes sectores de población rural.

Hacia 1930 la población latinoamericana era predominantemente rural. Esta situación comienza a cambiar a partir de ese año: se observa un crecimiento de algunas ciudades en desmedro del campo y de las ciudades más chicas que se convierten en expulsoras de sus habitantes. En un primer momento las migraciones del campo a la ciudad se explican por la crisis que afectó a los sectores agropecuarios. Luego se agrega la tecnificación de la producción agrícola y el atractivo del mejor sueldo en las industrias que se creaban en las ciudades. En 1925 el 62% de la población trabajadora estaba ocupada en el campo; en 1945 esa cifra se había reducido a 45%.

Pero los puestos de trabajo que ofrecía la ciudad eran inferiores a la cantidad de migrantes campesinos, lo que contribuyó a mantener bajos los salarios. La consecuencia fue que se formaron áreas muy pobres, dentro y alrededor de las ciudades, caracterizadas por la precariedad de la vivienda. Estos asentamientos de población mostraban con claridad las enormes diferencias económicas que separaban a los sectores populares que vivían en ellos, de los sectores medios y altos, que comenzaron a buscar nuevas ubicaciones para sus confortables viviendas.



TRANSFORMACIONES POLÍTICAS: LOS POPULISMOS

Se llama populismo a algunos movimientos políticos desarrollados en América latina en los años 30 y 40, que se caracterizaron por su oposición a las oligarquías, su rechazo a los partidos tradicionales, su falta de ideas definidas y la búsqueda del apoyo popular. En lo económico impulsaron la intervención del estado, el proteccionismo a las industrias y denunciaron el imperialismo a que eran sometidas las economías nacionales.

En cada país donde se dieron los populismos, las características fueron variando, pero en general se puede decir que respetaron el sistema de elecciones y el voto universal, aunque fueron gobiernos “fuertes” con un dominio absoluto del aparato estatal, restricciones a las libertades individuales y culto al líder.

Los gobiernos populistas tomaron medidas “populares” destinadas a ganarse la simpatía de la población y obtener el apoyo electoral. El populismo en América Latina es un fenómeno político que se desarrolló después que el sufragio se hizo universal y por lo tanto el voto de las amplias mayorías decidía quien gobernaba. Los líderes populistas usaron un lenguaje entendible por las masas y en muchos casos apelaron al discurso emocional y a decir aquellas cosas “que el pueblo quería escuchar”.

Las medidas que favorecieron a los sectores populares y a las clases medias (aumentos salariales, salud pública, extensión de la educación, etc) no solo se tomaron para obtener votos sino con un fin económico: mejorar el nivel de vida y el poder adquisitivo de grandes sectores de la población para tener un mercado interno que consumiera la producción nacional. La industria sustitutiva de importaciones necesitaba ese mercado; su vez esas industrias generaban empleo para esos mismos sectores de población. Para algunos historiadores en el populismo se produce un “acuerdo” entre la burguesía industrial y las masas obreras: la burguesía industrial ganaba al aumentar sus ventas y los obreros se beneficiaban al tener trabajo y mejores salarios.

Otra características de los populismos fue la existencia de un líder carismático, un dirigente que contaba con capacidad de mando y era seguido ciegamente por la población. Los líderes populistas no pertenecían a los sectores populares, pero se entendían muy bien con ellos. Algunos líderes fueron militares (Juan D. Perón en Argentina, Lázaro Cárdenas en México), otros eran periodistas (Haya de la Torre en Perú) o integrantes de la pequeña burguesía (Getulio Vargas en Brasil). Poseían cierto nivel cultural, pero se manejaban con un lenguaje sencillo facil de comprender por un electorado poco instruido. La extensión del sufragio a las masas populares fue una de las causas del populismo, ahora la política ya no era resuelta por unos pocos “doctores” o los generales sino que los sectores populares podían decidir con su voto. A esos sectores se dirigieron los lideres populistas.

El populismo carecía de definición ideológica y se proclamaba antisocialista y anticapitalista. Pero en realidad ni salieron del sistema capitalista ni lo reformaron demasiado, y en varios casos detuvieron el avance de los sectores de la izquierda marxista tanto a nivel político como sindical. Los populistas establecieron medidas de protección hacia los trabajadores, pero el movimiento obrero quedó sometido al poder político y fue hábilmente manipulado.

Los ejemplos típicos de gobiernos populistas fueron: Juan Domingo Perón en Argentina (desde 1946 a 1955), Getulio Vargas en Brasil (desde 1946 a 1954) y Lázaro Cárdenas en México (desde 1934 a 1940)



UN EJEMPLO DE POPULISMO: EL PERONISMO

Orígenes del peronismo.- En 1931 un golpe militar puso fin al gobierno de Hipólito Irigoyen representante del Partido Radical. En los años 30 hubo una sucesión de gobiernos militares y civiles con una tendencia conservadora. En 1943 un nuevo golpe volvió a poner a los militares al frente del gobierno argentino. El nuevo gobierno militar designó como Ministro de Trabajo al coronel Juan Domingo Perón, dando origen a su carrera política.

La industrialización que se estaba dando en Argentina, favorecida por la Segunda Guerra Mundial, había provocado cambios sociales importantes: por un lado el surgimiento de una burguesía vinculada a la industria, nacionalista y partidaria de mantener una política exterior independiente y neutral. Por otro lado el crecimiento de la clase obrera, engrosada por el traslado de habitantes de las provincias hacia Buenos Aires (los “cabecitas negras”).

En el ejército surgió un grupo de oficiales jóvenes que coincidía con la burguesía en sus aspiraciones nacionalistas y desarrollistas, siendo partidarios de colocar las producciones básicas bajo el dominio del estado para mantener la independencia económica. Esos oficiales formaron una logia dentro del ejército, el GOU, Grupo de Oficiales Unidos, que tuvo activa participación en el golpe de 1943. Perón, que pertenecía al GOU, comenzó a ser conocido por las medidas que tomó desde el Ministerio de Trabajo que favorecían ala clase trabajadora argentina: estatuto del peón rural, normas de protección al trabajo de los obreros, congelación de los precios.

La popularidad de Perón no fue bien vista por los sectores más conservadores del ejército que, impulsados por los sectores económicos poderosos contrarios a las medidas de protección a los trabajadores, destituyeron a Perón y lo encarcelaron en octubre de 1945. La embajada de EEUU, que consideraba a Perón peligroso por su nacionalismo y lo acusaba de fascista, vio con simpatía su alejamiento del poder.

Pero una gran manifestación popular realizada el 17 de octubre, logró que Perón fuera liberado.

El gobierno militar convocó a elecciones y Perón, que había estado organizando a los sectores trabajadores, se presentó como candidato del Partido Justicialista. Enfrentó a una alianza de los demás sectores políticos y los derrotó, usando hábilmente la propaganda al plantear su gobierno como única alternativa ante la creciente influencia norteamericana. Utilizando a su favor la intromisión en los asuntos argentinos del embajador de EEUU, Braden,(que públicamente se había pronunciado contra Perón) la publicidad justicialista planteaba “Braden o Perón”.

El primer gobierno peronista (1946-51).- La Iglesia, el Ejército y el movimiento sindical fueron las organizaciones en las que se apoyó el peronismo. La Iglesia vio en Perón la figura capaz de lograr un equilibrio social y controlar a los obreros evitando su “izquierdización”.

El ejército no estuvo unido en su apoyo a Perón, pero este logró que la mayor parte los respaldara aumentando su presupuesto. Se crearon fábricas militares para construir desde aviones hasta automóviles.

El principal apoyo vino del movimiento sindical. Hasta la llegada de Perón al Ministerio de Trabajo, los obreros carecían de organización; los gremios tenían pocos integrantes y la mayoría de los trabajadores, de origen rural, no comprendían ni seguían a los dirigentes anarquistas, socialistas y comunistas. Con Perón surgió un nuevo sindicalismo, vinculado al Partido Justicialista y al poder. Se creó una central para unir a todos los sindicatos: la CGT (Confederación General de Trabajadores), cuyos dirigentes recibían cargos y beneficios económicos formando una “aristocracia” sindical.

Los trabajadores recibieron muchos beneficios, pero debían permanecer fieles a las orientaciones del gobierno. El control del sector sindical, permitía al gobierno mantener la paz a social que los inversores exigían. El peronismo se manifestaba antioligárquico, antiimperialista, pero también antimarxista y no creía en la lucha de clases.

Los aspectos más importantes de la obra realizada por el peronismo fueron:

- La estatización del Banco Central, los ferrocarriles, los teléfonos, el gas y la aviación.

- El estado controló el comercio exterior, decidiendo que productos se importaban y cuales no. Además el estado compraba la producción agrícola a los productores y la revendía al exterior.

- Se estimuló el desarrollo de la aviación, la marina mercante nacional y la industria, especialmente la industria liviana

- En materia social se concretaron mejoras en la situación de los trabajadores: aumentos salariales, vacaciones pagas y aguinaldo.

En cuanto al régimen político, fue autoritario. El sistema educativo dependió del gobierno. En los libros escolares se realizó un culto a la personalidad de Perón y su esposa, Evita. La universidad perdió autonomía. Los derechos individuales fueron limitados. Se establecieron restricciones o simplemente se eliminó a la prensa opositora.

El segundo gobierno peronista (1952-55) y su caída.- Para las elecciones de 1952, se postuló nuevamente Perón. La CGT quería que fuera acompañado por su esposa como candidata a la vice-presidencia. Eva Duarte, llamada popularmente Evita, había sido un importante apoyo en el primer gobierno peronista; incluso antes, cumplió un papel trascendente en la organización de la manifestación popular que devolvió a Perón la libertad (el 17 de octubre de 1945, celebrado por lo peronistas como Día de la Lealtad). Durante la primera presidencia de Perón se encargó del Ministerio de Trabajo, realizando muchas obras de ayuda hacia los trabajadores, las mujeres y los ancianos. La obra fue usada demagógicamente por la propaganda peronista, resaltando la personalidad de Evita como “abanderada de los humildes”. En la propaganda se ponía énfasis en su origen humilde, una “cabecita negra” que no negaba sus orígenes, aunque no ocultaba su gusto por las joyas, las pieles y los costosos vestidos.

La propuesta de que Evita fuera la vicepresidenta no prosperó, en parte por la grave enfermedad que tenía, (un cáncer que le provocó la muerte en 1952) y en parte por la oposición de los sectores más conservadores del peronismo y del ejército.

Aunque triunfó con el 60% de los votos, la segunda presidencia de Perón debió enfrentar serios problemas. Como pasó con otros gobiernos populistas de A. Latina, la situación internacional ya no era tan favorable para la economía. Frente a la crisis el gobierno redujo los salarios y, abandonado su postura nacionalista y antiimperialista, abrió la economía argentina al capital extranjero (por ejemplo yacimientos de petróleo entregados a la Standard Oil).

El régimen perdió el apoyo de la Iglesia Católica al aprobar la ley de divorcio y retirar la enseñanza religiosa de las escuelas públicas. El enfrentamiento se hizo más duro cuando sectores radicales del peronismo quemaron iglesias tras un fracasado golpe militar en febrero de 1955.

A pesar de que la CGT siguió siendo el apoyo principal, algunos sindicatos, como los metalúrgicos, escaparon al control del gobierno y realizaron huelgas. La falta de Evita se hizo sentir.

En setiembre de 1955, el general Lonardi encabezó un levantamiento militar. Perón no opuso resistencia, renunció y se marchó a un confortable exilio.


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